Qué ocurre cuando un buen día descubres que eres tú la persona tóxica.

Tantos textos, mensajes y frases que hablan de tener cuidado con las personas tóxicas de tu entorno y resulta que eras tú la tóxica.

Aquí quiero aclarar que nadie es realmente una persona tóxica, somos seres humanos, no sustancias químicas capaces de envenenar a otras. Lo realmente tóxico es el comportamiento, las conductas que impactan negativamente en las personas, las alejan de un estado de bienestar necesario.

Entonces, desde este punto de vista, es posible que detectemos que somos nosotras quienes nos comportamos de manera tóxica: con nosotras mismas, con nuestra familia, amistades, entorno laboral y/o social.

Cuando nos malnutrimos con comida rápida y sin aportes beneficiosos, cuando comemos de más o comemos de menos.

Cuando nos repetimos mensajes dolorosos y perturbadores sobre nuestra persona, nuestras capacidades, cuerpos o sueños.

Cuando permitimos que traspasen nuestros límites afectivos, corporales o laborales. Y traspasamos los límites de los demás.

Cuando no nos permitimos descansar, cuidar de nuestro Ser a través del ejercicio, la respiración consciente o el disfrutar de nuestro cuerpo tal y como es.

Cuando exigimos a las personas que nos quieren que adivinen nuestros deseos y necesidades en vez de pedir con claridad.

Cuando esperamos que nos salven de situaciones difíciles desde la queja y no desde el trabajo común.

Cuando nunca nada es suficiente, siempre queremos más a costa de cualquier precio.

Cuando bajamos los brazos y perdemos las ganas de vivir.

Entonces es el momento de pedir ayuda, de compartir los pasos con alguien que tenga una luz y te aporte perspectiva.

Vivir una buena vida pasa por darnos cuenta de aquello que no funciona bien, aquello que perturba tanto mi ser como a mi entorno cercano. Recuperar la responsabilidad sobre los pensamientos, sentimientos y comportamientos propios.

Entrar en consonancia con el regalo que nos ha sido dado con tanto amor: la VIDA.

Yira Labrador.