La buena ayuda.

Las personas contamos con una inclinación ancestral hacia la ayuda mutua. Forma parte de nuestro bagaje biológico y lo alimentamos siglos tras siglos en nuestra socialización.


Claro que hay diferencias culturales y por supuesto existen las diferencias individuales marcadas por trastornos y desviaciones psicofisiológicas y familiares.


Me refiero a una cualidad mayoritaria. Que nos ha hecho sobrevivir miles de años.


Quiero que reflexionemos sobre las claves de una buena ayuda, especialmente en el contexto de la psicoterapia y las profesiones de ayuda.


Para poder ayudar es vital saber con qué capital contamos: experiencia, conocimientos, recursos materiales. Porque solo podemos dar lo que tenemos. Reconocer ese límite es muy sano y nos evita agotarnos.


También es importante reconocer cuando la otra persona realmente necesita de nuestra ayuda, es un error cotidiano querer ayudar a quien no lo ha pedido, cuando aún no lo necesita o aquello que realmente no puede asumir. Ese es otro límite importante y que nos reta a escuchar desde el silencio interior a la otra persona.


En tercer lugar, para poder estar al servicio de la buena ayuda, también es clave prestar atención y aceptar las circunstancias externas e internas de la persona: enfermedades graves, contexto familiar, culpa, destinos difíciles. Aquello que supera lo que realmente podamos hacer.


En estas tres claves nos ponemos en contacto con la fuerza de la Vida, de sus limitaciones para poder conectar con una ayuda humilde.


Cuando quieras ayudar pregúntate desde dónde y para qué es esa ayuda. Recógete en ese espacio interior de sabiduría y silencio. Desde allí la buena ayuda se ofrece en todo su esplendor.

Yira Labrador.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies