La libertad interior.

La libertad interior.

Corren tiempos duros para la libertad, salir a la calle es una toma de contacto con lo que hemos perdido debido al virus. Nos manejamos en medio de la incertidumbre, el bombardeo de informaciones de diversa credibilidad, estamos agotadas/os de los límites.

Hemos perdido derechos que teníamos más que seguros: a respirar el aire sin filtros, a abrazarnos sin miedos, a salir a los sitios y con las personas que quisiéramos.

A creer que viviríamos así de libres y de sanas/os para siempre.

Entonces vino el miedo a instalarse entre nuestros ojos, en nuestros corazones. Perdimos a gente amada. No pudimos despedirlas como siempre. Tal vez hasta enfermamos sin saberlo, o sabiéndolo y aun así sobrevivimos.

Pero ya nada es igual. Hacemos esfuerzos para conservar algo de “normalidad”. Tal vez nos rebelamos, tal vez nos escondemos, tal vez hacemos como si no nos fuera a tocar el dichoso virus y su voracidad.

Corren tiempos duros para la libertad. Pero, te pregunto: ¿qué libertad?

Dime, ¿qué has perdido realmente? ¿Qué has ganado? Te propongo que hagas una lista, sincera y transparente contigo misma/o, que hagas tu propio balance.

Son tiempos para aprender a cuidar de nosotras mismas, de nosotros mismos y sobre todo de cuidar de las personas que nos rodean. Son tiempos para abrirnos a la conciencia de formar parte de una hermandad de personas. Que nuestros pequeños gestos pueden significar la diferencia entre la salud y la enfermedad.

Porque, como nos enseñó Nelson Mandela, uno puede perder la libertad exterior, pero ganar en libertad interior. Decide cómo quieres vivir cada día de tu vida.

Como dijo el poeta William Ernest Henley: “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

Son tiempos de miedo y coraje, de compasión y ayuda mutua, de aprender a vivir de nuevo.

Son tiempos de entregarnos a la realidad tal y como es. Abrazarla. Pedir ayuda si es necesaria. Dar desde el corazón a quien lo necesita. Cuidar de nuestros cuerpos, mentes, almas y corazones. De darnos cuentas que formamos parte de algo más grande: la humanidad.

Yira Labrador.

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